04 enero 2010

EL AROMA.

La historia del incienso es tan antigua como la propia humanidad. Cuando el hombre descubrió el fuego, al mismo tiempo nació para él el incienso. Cuando quemaba cortezas, hojas, flores, raíces, y resinas, se daba cuenta de que desprendían diversos tipos de perfumes y olores. Y así empezó el fascinante mundo mágico del incienso.

No se puede demostrar, hoy en día, qué pueblo empezó a usar el incienso diariamente en sus rituales y reuniones religiosas. Lo cierto es que los antiguos egipcios (unos 5.000 años antes de nuestra era) fueron de los primeros en utilizar incienso durante sus ceremonias y cultos religiosos.

Desde los tiempos y las religiones más antiguas los inciensos, que son originales de Arabia y de las costas de Somalia, se utilizaban para lograr una conexión entre el mundo material y el espíritu. Durante los rituales y las oraciones las intenciones viajaban con el humo de los aromas a través del aire, trayendo consigo parte de la energía natural. En Egipto los inciensos eran usados en el día, antes de que el dios Sol Amon-Re se ocultara, para que el alma de los muertos llegara al cielo alejando a los demonios y manifestando la presencia de los dioses. En la mayoría de las religiones los inciensos se utilizaban como forma de protección y para alejar a los malos espíritus. No podemos olvidar que el incienso fue uno de los regalos que Los Tres Reyes Magos le hicieron al niño Jesús, es de aquí que surge la tradición de que la Iglesia Católica lo utilice en la eucaristía como simbolismo de fe, purificación y presencia de la santidad.

Hoy día el incienso, que no es otra cosa que los aceites naturales de las hierbas, plantas, árboles y flores, es usado para otros motivos o rituales que no son necesariamente religiosos. Por ejemplo, tanto individuos o miembros de las así llamadas 'sectas' lo utilizan para producir sensaciones y exaltaciones místicas, como también para mantener comunicación con lo sobrenatural, pues los olores estimulan sus sentidos y ayudan a una mayor concentración logrando que sus evocaciones viajen a través de ese espacio misterioso de lo desconocido.

Es al mismo tiempo simbólico, honorífico y purificador. Asciende a Dios como signo de devoción popular, aunque también se despliega a través del templo como un símbolo dulce, con el sabor de la Bendición Divina.Se utiliza con la definida idea de la purificación y de este modo cura y vierte en el interior del ser humano una santa influencia; con la intención de que donde quiera que pueda penetrar su aroma llegue la pureza de su efecto benefactor." Hay diversidad de aromas: amargo, dulce, agrio,suave...
El aroma, nuestro aroma cofrade.

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